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¿Luchas o Fluyes?

Hemos aprendido de la vida y de los demás a utilizar nuestro coraje para resistir a los cambios que amenazan nuestro equilibrio, aunque sea precario, y también a combatir la incertidumbre para  alcanzar los objetivos que nos hemos prefijado. Y normalmente esto funciona más o menos bien. Al menos al inicio. Hay muchas situaciones en las cuales no podemos ganar sino es luchando. El problema es que no luchamos solo para obtener algo, sino también contra que lo que no va en el sentido que habíamos elegido. Aunque sea inútil, aunque si el abandono de nuestras creencias y de nuestras certezas sería suficiente para hacernos comprender de modo diferente la situación.

Luchas o fluyes

Existen casos en los que es necesario luchar y controlar, pero acabamos olvidando que no debería ser la regla. De hecho, vale la pena encontrar o buscar el control sólo sobre aquello que somos capaces de controlar. No sobre el  resto. ¿Conocéis el proverbio árabe que recomienda de ladrar solo si se puede también morder? Entonces, el resto, sobre lo que no tenemos ninguna posibilidad de morder, representa la mayor parte de la existencia. Son las incógnitas de los vientos de la vida. Si aprendemos a querer controlar todo, a evitar, o más aún a detestar lo desconocido, toda nuestra existencia se convierte en una pesadilla. No habremos adquirido los instrumentos que nos permitan adaptar nuestra actitud. No sabremos ni siquiera dónde ir a buscarlos. Si por el contrario tratamos de entender aquello que lo desconocido nos puede traer, la vida se convertirá en un extraordinario terreno de ejercicio y de descubrimiento, un campo experimental en el cual aprenderemos a desarrollar nuevos recursos, a inventar nuevas soluciones para alcanzar el éxito y la felicidad a la que todos aspiramos. He leído centenares de veces que tenemos que aprender a dejar ir, pero la mayor parte de los libros describen el fin a obtener pero no el modo de llegar. Renunciar a cuánto deseamos es la cosa más antinatural que exista. El sentido común,  nos aconsejaría de dejar de buscar aquello que es imposible de obtener. Pero ¿cómo es posible saber qué cosa es imposible antes de haber probado? ¿Dejarlo ir? Parecería de entrada imposible y carente de sentido. Sin embargo no es sobre las cosas exteriores sobre las que tenemos que dejar ir, sino sobre nuestro modo de funcionar dentro de nosotros mismos. Se trata de descubrir cómo aprovechar las turbulencias para aprender a funcionar mejor. Y en ese punto es donde la aventura de la vida puede verdaderamente comenzar.

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